sábado, 4 de julio de 2009


Mil veces
Estoy en mi cama, casi desnudo, disfruto de un cálido atardecer de verano, me sumerjo en un sueño superficial, te recuerdo, cada minúscula parte de ti me llama. El viento se escabulle entre las pequeñas separaciones de la ventana y la pared, se desliza a través de mi cuarto y me cubre con su tibio manto, sigo pensando en ti, evoco el dulce aroma de tu piel, el fresco olor de tu cabello cuando sales de bañarte, tu deliciosa figura desnuda, húmeda y radiante, ni los dioses han tenido imagen mas bella que la tuya. Te recuerdo, viajas por mi mente y haces estragos poéticos en mi alma, me enciendes en un frenesí de éxtasis y gozo, te susurro al oído palabras que ya no escucharas, tu tersa piel sobre la mía, tus manos en mi vientre, tus labios en mi pecho. Te evoco desde el lecho de mi fantasía mas preciada, quiero tenerte mil veces más.
Te recuerdo, en mi alma, en mi carne. Estoy en mi cama extasiado de ti, de tu piel, de tu cuerpo, riguroso poema de perfección. Te veo entrar por la puerta, tus bellas prendas caen al suelo lentamente, el sol entra por la ventana y su halo resalta tu divina naturaleza, te acercas a mí y me miras con ternura, tus labios hinchados de deseo y tus pechos que bailan al ritmo de tus caderas, enloquezco y desespero. Me atrapas, me dominas y ¿qué puedo hacer yo ante tales fuerzas? te miro a los ojos, perlas del mar que esclavizan mi mirada. Tus manos recorren mi cuerpo, desde mis pies hasta mi nuca y yo no puedo más que apreciar tu belleza. Tu lengua incita a mi cuello y tu vientre a mi sexo.
Me provocas con tal calma, desespero en tus magníficos dotes. Te tomo de tu cintura y comienzo a devorar tu cuerpo, dulce fruta divina que me condena a ti, mis manos inquietas juegan en tu espalda recorriendo tu geografía de norte a sur, este a oeste; siento tus piernas atrapándome, sujetándome, tu manos en mi rostro guían mis labios al recorrer los tuyos, tus muslos tersos y cálidos, tu cabello alborotado victima de mi deseo. Mi lengua en tu cuello, mis brazos en tus hombros, mi corazón en tus manos.
Estas acostada en mi cama, tus pechos expuestos al viento que se cuela a la habitación, tus ojos cerrados, tus labios hinchados y tu rostro extasiado, beso tus pies, viajo por tu pantorrilla hasta tus piernas, mis dedos acompañan tan minucioso recorrido. Tu aroma invade mi nariz, me hipnotiza, me enciende, llego al cáliz de tu ser y saboreo tu miel. Mi boca besa tu sexo, mi lengua lo acaricia, tan húmedo, tan suave, lo disfruto como nunca he disfrutado otro placer de la vida, te muerdo y te aprieto con mis manos con una fuerza sobrenatural. Ceñido entre tus piernas te disfruto con júbilo, te beso y brincas de gozo, te lamo y gimes enigmática. Virtud de virtudes, gracia de gracias, cuerpo de musa, inspiradora belleza que me has permitido entrar en tu canto, quiero amarte siempre, quiero sentirte en mí.
Te recuerdo y vibro al sentirte mía. La tarde avanza, los moribundos rayos del sol acarician los últimos rincones del muro junto a mi cama, sigues ahí, beso tu espalda, estoy sobre ti, acaricio tus pechos de seda, jalo tu cabello, embravecido por tu ardiente suspirar, tomo tus muslos y los colapso hacia mi pelvis, te siento explotar en un mar de sensaciones, te estremeces y me elevo aun más. Una y otra vez desde tu espalda dibujo con lasciva mirada tu silueta, perpetua diosa del placer, no me abandones ahora, déjame disfrutarte en mis más profundos sueños.
Entre tus piernas me pierdo, exquisita mujer de cuerpo mágico, mis brazos son testigos de tus caricias y mis manos culpables de tus roces. Mis labios cazadores de tu sabor, mi piel lienzo de tu querer. Tus labios exclaman sin poder gritar, te beso con calidez, te acaricio sin dejar milímetro fuera de mis manos… oh placer que me haces morir de sensaciones maravillosas. Te retorno a mis brazos y te hago mía una vez más. Quiero acariciarte hasta desgastarte, besarte hasta secarme, abrazarte hasta cansarme y amarte por la eternidad. La pálida luz del ocaso muerto se aleja de la ventana, estoy acostado en mi cama, mis pensamientos te velan, mi corazón te añora y mi alma te llora. ¿A dónde te has fugado preciosa flor de Liz? ¿En donde puedo volverte a encontrar? Regresa a inundar mi habitación de luz radiante, de tu belleza, regresa y dame felicidad, regresa y siénteme mil veces más, pues no solo en carne quiero quedar, quiero tu alma también poder tocar.

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